Valorando el 2021
31/12/2021 Como es habitual, intento «mojarme», dar mi opinión, siempre basada en la propia experiencia y no en lo que me cuentan, y así quiero terminar este 2021, explicando cómo nos ha ido a nosotros y qué nos hemos encontrado, lejos de estadísticas tendenciosas o aspavientos de los que lo venden todo.
Acabamos el año con un notable, no llegamos a sobresaliente. Hemos conseguido cerrar operaciones interesantes, más en volúmen de negocio y calidad del producto que en cantidad. Aún así, estamos satisfechos.
El producto de nuestra cartera nos ha seguido llegando por recomendación, de lo que sigo dando las gracias cada día, y deseo que así siga siendo. Todo ello proviene de las relaciones con profesionales de diferentes sectores, especialmente los relacionados con el derecho, que trato de mantener siempre con el máximo de profesionalidad y cariño.
Y si estamos para cuando nos recomiendan la venta de una vivienda en la apreciada Rambla de Catalunya, también debemos estar dispuestos a ayudarles cuando se nos requiere para vender una casa en Sant Feliu Sasserra, aunque nos coja un poquito lejos del despacho.
El mercado en general en 2021, al menos en Barcelona, se ha caracterizado por una falta de producto, al menos en lo referente a la segunda mano. Hemos seguido recibiendo ofertas más o menos a la baja respecto del precio anunciado, aunque bien es cierto que, tras un buen asesoramiento al vendedor, acostumbramos a tener el producto a un precio de cierre o muy cercano.
Esto indica que el comprador intenta las rebajas, pero al final, si estamos en el punto adecuado, también es capaz de aceptar que, a veces, los inmuebles están en su precio, y compra.
El mundo del alquiler requeriría de un libro entero, con el año que hemos vivido. Pisos que pasaron de alquiler turístico a alquiler convencional, y ahora a la vuelta. Precios arriba y abajo, expectativas de propietarios imposibles de cumplir y tener que decir muchas veces “eso no sería legal”.
Para el 2022, aún discrepando de los gurús mediáticos, creo que tendremos un año correcto, pero no excepcional. La precariedad del empleo, con una tasa de paro a la baja pero a cambio de unos salarios paupérrimos, no apunta que ayude mucho a esas ventas masivas que algunos vaticinan. Sobre todo, teniendo en cuenta la escalada del IPC, una de las razones que frenará, en parte, la recuperación económica.
El mercado no puede basarse en compras de funcionarios o de empleados de multinacionales. También falta ver cómo se va a desarrollar la vuelta de los extranjeros y las compras que realizan. Todo irá vinculado al desarrollo de vacunas efectivas para el COVID y las políticas impuestas por España para la contención del virus.
Otro problema latente es la inseguridad jurídica con la que se encuentra el capital, capaz de promover construcciones para venta o para build-for-rent, ya que ha quedado claro que las normas impuestas por Ayuntamientos han mermado el interés de los profesionales en la adquisición de solares al tener que hipotecar un 30% para VPO. Se vuelve a colocar la responsabilidad de los entes públicos sobre la espalda del privado, y así las cosas no funcionan.
Pero dicho todo lo que antecede, la capacidad de superación de las personas, en ámbitos personales y empresariales, impulsará al 2022 a ser un buen año, con cautela, pero con las ganas que nos caracterizan, volveremos a ser personas excepcionales que pueden acometer retos, problemas, tristezas y buscar soluciones, aportar alegría, inteligencia y amabilidad a lo que se nos ponga por delante.